Sin duda uno de los acontecimientos musicales de este siglo. El tercer álbum de Portishead del 2008 con el cual no solo lograrían conservar su prestigio sino que también lo elevarían aún más renovando su propuesta, desafiando su propia capacidad y lo que se esperaba de ellos. Dejaron bastante de lado la cosa trip-hot, los scratchs, rompiendo con la comodidad de laureles conseguidos revitalizando su existencia y la nuestra (desde ya) con sonoridades krautrock , rispideces industriales, psicodélicas, matices góticos atrapados entre sombras, electros folk abismales revolviéndose en las entrañas de las nuevas canciones del trío. Deleite para los sentidos sorprendiendo en tiempos tan duros donde nadie espera ya casi nada de nadie.
Liberado una década después de su última propuesta, una década que fue como un interminable túnel de oscuridad y silencio para quienes deseaban sus canciones. Pocos daban crédito a que volverían algún día pero por suerte esa larga espera iba a tener la luz de sus canciones. Tremendas todas.
“Llegue en algún momento a no soportar lo que habíamos hecho en “Dummy” porque cosas así se terminaron utilizando para vender cursos de relajación, cosa que verdaderamente me enfermó las tripas”, ”no soportamos estar en la misma bolsa con gente como Moorcheba”, “ padecimos divorcios y todo tipo de enfermedades…personalmente dejé la música durante unos cuatro años” comenta contundentemente Geoff Barrow. Es claro que la banda sufrió, cambió con el tiempo y las situaciones y usó también el agotamiento y la desilusión para perfeccionar lo que antes era grandioso de ellos en algo completamente nuevo y aún más excelso.
Esta grabación de “We Carry On” es parte de un concierto brindado en un canal parisino en 2008 como parte de la promoción del álbum en medio de una ambientación con tubos y luces que le dan un aire como retro futurista, un mágico viaje tal vez a una nostalgia futura y aunque la música suene atemporal resaltan virtuosamente las claras influencias del krautrock y de la electrónica más primigenia de gente como Silver Apples cuyo “Oscillations” del año ’68 se percibe de gran inspiración para los chicos de Bristol. Los ritmos marciales de la canción vibran como un corazón que no puede detenerse acompañando un sentimiento obstinado en chocar una y otra vez contra una pared desoladora. Una y otra vez, continuando.
Supremos los Portishead.
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