¿Quién es Morrissey? ¿El melancólico poeta atacado por la vida?, ¿un lánguido y trasnochado efebo asexuado y nihilista?, ¿el último rebelde inglés?
Es difícil permanecer indiferente ante él. Para muchos, los Smiths fueron la última bocanada de la moribunda ballena del pop. Hoy, Morrissey, su líder, es el portavoz de una enorme parte de la juventud que se rebela contra la masificación.
Texto de Jean-Daniel Beauvallet
-En Gran Bretaña, la prensa te necesita para vender. Aunque no les hables, sigues omnipresente en las revistas. Rechazando las entrevistas les obligas a inventar, a suponer…
-La gente espera que renueve cada año mis opiniones. Lo que tenía que decir ya lo dije hace años. No tengo ideas nuevas , no soy un comentarista que evolucione. No quiero convertirme en un notable, en una celebridad social que tiene una opinión formada sobre cada tema. No quiero inventar nada para resultar gracioso o cómico. Voy a responder con honestidad. Las revistas inventan mentiras constantemente para hacerme salir del retiro. Piensan que así les llamaré para desmentir lo publicado y, de ese modo, conseguir una entrevista. La verdad es que me han herido profundamente. Me ofende que se me acuse de jugar a ser estrella, de sentirme muy del show-biz. Los periodistas cuentan constantemente que me han visto en tal o cual sitio y además escriben que les parece muy triste que nadie venga a pedirme un autógrafo. Yo no voy a esos sitios. Estoy seguro de que, en el fondo, piensan “no es verdad, pero , bueno, vamos a escribirlo de todas maneras”-
-Tu single Our Frank ha entrado en las listas de éxitos y , sin embargo, te has negado a aparecer en Top of the Pops. ¿Por qué?
–Porque sé que el disco volverá a bajar la semana que viene. Encuentro humillante aparecer en la tele para hundirte la semana siguiente. La mayoría de los grupos escalan en las listas de éxitos tras aparecer en Top of the Pops. Pero en mi caso, el efecto es inverso; mis apariciones en la pantalla provocan la caída en picado de la venta de mis discos. Prefiero conservar la dignidad, las distancias. No quiero tener que venderme con la sonrisa en los labios ante un público frívolo.
-¿No hay también un cierto escepticismo respecto a tus propios discos, un rechazo a reconocerlos oficialmente?
-En absoluto. La casa discográfica sabe que cuento con un público fiel y por eso no se siente obligada a promocionarme. Si no hace ningún esfuerzo, no veo por qué debería hacerlo yo. Para mí, un éxito no es tan importante como parece. No estoy dispuesto a hacer según qué para convertirme en popular… Un amigo me decía hace poco: “Estás loco por decir no a Top of the Pops. Yo daría mi brazo derecho por estar ahí”. Y le respondí: ”Pues tendrías un aspecto un poco ridículo en Top of the Pops con un solo brazo”. (Risas)
“Tengo a menudo la impresión de estar en tierra de nadie. Existo en el vacío, dentro de mi burbuja particular. Hago discos y estoy sumamente agradecido al público fiel que sigue comprándolos. Al menos tengo el mérito de no haber hecho de chapero.” (Sonrisa)
-¿ Y hay lugar para esta burbuja en el seno de la industria discográfica?
-No existe, va contra las reglas del juego. Los artistas que viven como yo son generalmente aquellos que no venden ni un disco…Mi discográfica se encuentra conmigo en una posición difícil. Se halla frente a un artista con un potencial enorme pero que rechaza los medios para acceder a la gloria.
-Tu nuevo álbum parece más arriesgado que los anteriores. ¿Lo consideras un desafío?
-A mí me parece un álbum muy simple, un disco de pop que se puede apreciar sin mucha dificultad. Ésa es su única ambición. Ya era hora de sacar un disco definitivo y directo. Este álbum no va a poner a prueba ni amenazará la inteligencia de nadie, nadie se traumatizará. Pero, al mismo tiempo, este disco soy yo, inexcusablemente.
-¿Crees que Viva Hate o algunos de tus singles en solitario pecaban de falta de simplicidad?
-Viva Hate fue un disco incómodo, terriblemente perturbado, hecho en un momento de mucha incertidumbre para mí. Fue justo después de la ruptura de los Smiths y me había propuesto no desaparecer en las arenas movedizas. Quería hacer un disco inmediatamente, pero aún estaba bajo los efectos del shock, confundido y furioso. De ahí el título del ábum: Viva Hate. Tenía la impresión de que todo el mundo proyectaba su odio hacia mí. La gente me decía: ”Todo está acabado. Los Smiths han muerto. Estás hecho polvo, tu carrera ha terminado”. Quería demostrarle a toda costa que se equivocaban.
-¿Te arrepientes de haber grabado Viva Hate en esas condiciones?
-Tenía que ser así. No podía pensar en profundidad en el porqué y el cómo. Había que hacerlo.
-¿Temes las reacciones que pueda suscitar Kill Uncle?
-Sé que las críticas serán horrorosas, como siempre. Algunos periodistas parecen empeñados en envenenar mi vida.
-¿Acaso no te gusta este papel de víctima?
-No, detesto leer comentarios personales y vengativos sobre mí. No lo encuentro muy halagador. (Risas) En Inglaterra la gente tiene reacciones muy maniqueístas. Tan pronto me adoran como rezan para que me atropelle un autobús. No hay punto medio.
-¿Pero no crees que tus declaraciones y tu actitud dan pie a ello?
-¿A que me atropelle un autobús? (Risas) Para mí, un disco debe ser absolutamente personal. Mis discos no pueden compararse con los de Phill Collins o George Michael, tan pronto comprados como olvidados.
-Siempre has ensalzado la actitud y la mentalidad de Manchester. ¿Qué has sentido cuando la prensa se ha fijado por fin en tu ciudad?
Al fin parecía que había llegado el momento en que la prensa iba a ensalzar la escena de Manchester, pero me temo que todos se han equivocado de fecha. Fue una gran decepción para mí, ya que se escogieron los grupos que precisamente menos merecían estar en el pedestal, lo cual fue terriblemente destructivo para la ciudad. Es muy triste. Todo se centró completamente sobre el factor moda. Ninguno de estos grupos es capaz de producir una sola canción, ni tienen cantantes ni verdaderos letristas. Todo el mundo pertenece al rebaño y todos se funden en la misma masa.
-Este momento podía haber llegado hace siete u ocho años, cuando ya existía una verdadera escena de Manchester, con los Smiths, James ,Easterhouse…
Sí, exactamente. Era una época formidable, muy excitante, pero ni la prensa ni el país estaban preparados. Se tomaron tanto tiempo para el calentamiento que al final sólo quedaron los grupos menos peligrosos para la industria discográfica. Estos nuevos grupos de Manchester no suponen ninguna amenaza para nadie.
-Y los Smiths ¿eran una amenaza?
-Absolutamente. Yo mismo sigo siendo una amenaza. Mis discos siguen sin ser emitidos por la radio nacional, aunque estén en las listas de éxitos.
Existe una teoría que dice que esta escena de Manchester es fruto de una reacción contra los Smiths. Durante años les has dicho al público que no coma carne, que queme las discotecas, que lea a Oscar Wilde…Ahora de repente, aparecen grupos cuyo mensaje es “Haced lo que os dé la gana, drogaos, sed gamberros”…´
Es simplemente el cambio de guardia. Cada generación se rebela contra la anterior. Los hijos hacen todo lo contrario a lo que hicieron sus padres. Con un poco de suerte pronto llegará una generación que considerará a los Happy Mondays como unos idiotas y que reivindicará unos valores opuestos a los que acabas de enunciar.
-Y aunque nos sea más que desde un punto de vista sentimental y chauvinista, ¿no estás contento de que unos jóvenes de Manchester tengan éxito?
Ni aun así, porque su música no me gusta. Soy incapaz de cantarte una sola sola canción de los Stone Roses o de los Happy Mondays porque no me sé la letra, lo cual me parece terriblemente deprimente. Pero esta gente siempre ha existido en Manchester . La ciudad pesa mucho sobre sus habitantes; es muy violenta, afecta profundamente a las personas…Manchester es una trampa. Conozco mucha gente que nunca podrá escapar, porque nunca tendrá ocasión. Es un lugar tan pobre y deprimente…
-Sin embargo, tú vives en Manchester, has vuelto…
-Uno no puede alejarse de Manchester por muchos kilómetros que le separen de la ciudad. Ahora vivo en Altrincham, en las afueras, en una casa muy grande y bonita. Ya no conozco la realidad cotidiana, el día a día de Manchester en 1991…Y créeme , es un descanso. No podría vivir nunca más en Whaley Range…Me encuentro con gente que me dice: ”He venido a vivir a Manchester por ti; pensaba que la ciudad vibraba, que tenía alma” Se han equivocado y ellos los saben, y su único deseo es irse. La realidad es terriblemente cruel, como tú mismo habrás podido comprobar. (Risas)
-Pero sigues defendiendo el Norte a ultranza. ¿Qué te ha aportado?
-Es un cordón umbilical invisible. Manchester era lo único que conocía hasta los veinte años, exceptuando América, donde fui en varias ocasiones…Aparte de eso, nunca había viajado. Manchester había educado mi visión del mundo y de la raza humana. No puedo liberarme de esta influencia. Tengo bastante dinero y éxito suficiente para poder recorrer el mundo, pero no tengo ningunas ganas. Me siento en el exilio en todas partes y no soy precisamente sociable. Creo que todo esto se debe a mi pasado en Manchester, para lo bueno y, más frecuentemente, para lo malo.
-Estás muy influenciado por el cine inglés de los años sesenta, todas aquellas películas-reportajes sobre la vida de familias de clase obrera de aquella época. La mayoría de las portadas de los Smiths las reproducen…
Ya lo sé, nací ladrón…(Sonrisa) Esas películas representaban la poesía de la vida cotidiana. Me refugiaba, y sigo haciéndolo en ellas. Nunca he querido saber nada de las películas americanas, del glamour de Hollywood…Lo único que quería era comprender la belleza de la trampa, ver a la gente luchar sin tener la más mínima oportunidad, sobre todo en el contexto de la vida familiar, en un mundo que conocía tan bien como el Norte. Esas películas reproducían mi infancia con una dignidad increíble. La gente era auténtica, lo cual no es muy habitual.
-Muchas de aquellas películas mostraban a “jóvenes inconformistas” que se rebelaban contra su vida cotidiana. ¿Te sentías identificado?
-No me sentía particularmente rebelde, pero me encantaba el hecho de que estos héroes masculinos no pudieran encontrar su lugar en la vida. Era el caso de A kind of loving, de Saturday night, Sunday evening o de La soledad del corredor de fondo, incluso de The Leather boys. Por mucho que se esforzaran, por muy nobles que fueran sus intenciones, estos hombres nunca llegarían a tenerse en pie, nunca tendrían fuerza suficiente para avanzar. Me encantaban porque considero a esa gente los mejores seres humanos. Los que tienen una vida fácil y no tienen que luchar nunca contra ellos mismos o contra su alma están generalmente desprovistos de humanidad. Son los que sufren quienes son más leales y sensibles.
-¿Te enamoraste de los New York Dolls por ser ellos también rebeldes?
-Por supuesto. En el 73, los New York Dolls eran las criaturas más odiadas de la pop-music, y eso me parecía maravilloso. La industria discográfica les tenía miedo, sobre todo por su facha. En mi colegio, todo el mundo los encontraba demasiado anarquistas, los sentían como una amenaza. A mí todo esto me resultaba muy excitante; me gustaba ver la industria discográfica asustada, desprevenida. La portada del primer álbum de los New York Dolls es uno de los grandes momentos de la historia del rock, está a nivel de “Heartbreak Hotel”. No puedo imaginarme ver esta portada sin querer saber que contiene. Les vi antes de oírles, y los encontré asombrosos. Todo lo que escuché era simplemente increíble. Ese disco cambio absolutamente mi vida.
-¿Era la primera vez que sentías una sensación tan fuerte frente a una imagen?
-No del todo. Por entonces ya había visto a Bowie, T-Rex, Mott The Hoople y Roxy Music sobre un escenario. Pero fue con el primer álbum de los New York Dolls que viví mi primera relación, tanto mental como física, con un disco.
-Las películas de las que hablábamos tenían un fuerte sentido de la comunidad. ¿Es lo que echabas de menos en la vida diaria?
-Nunca he tenido ocasión de experimentar ese sentido de la comunidad. Hoy en día ha desaparecido completamente; fue un fenómeno propio de los años cincuenta y sesenta. De ahí se explica la popularidad de los culebrones en Inglaterra. Los telespectadores tienen una necesidad enfermiza de familia.
-Decías que te gustaba ver a los personajes luchar en el interior de su trampa. ¿No sentías tú también la necesidad de escapar de esa trampa?
-Quería que las películas fueran un espejo que reflejara mi vida. Necesitaba que me dijeran que no estaba loco.
-¿Es así como te sentías?
-Completamente. Creía ser la reencarnación misma del paria, del marginado social. Dicho hoy esto, parece casi arrogante, en el límite del romanticismo: el “rebelde”, el “outsider”…Pero no era el caso. Yo era sumamente insignificante.
-¿A quién se lo reprochabas? ¿A ti mismo o al mundo?
Era por culpa del gobierno. (Risas)Era un díscolo, me negaba a prepararme para una vida normal y respondí demasiado pronto “no, gracias...” El único deseo de la gente de mi edad era ahogarse en la masa, ser considerado como un miembro del clan. Todo lo que se esperaba de mí me repugnaba y, en ese sentido, sin duda, me equivocaba. La vida podría haber sido mucho más fácil para mí.
-¿Nunca has tenido ganas de seguir el juego y simplificarte la existencia?
-Nunca lo he hecho. Lo habría considerado una debilidad. Estaba fascinado por el individuo, obsesionado por el individualismo.
-Has dicho que eras “un niño increíblemente impopular”. ¿Lo sentías como una fatalidad o como una injustica?
Era una crueldad, sobre todo porque yo era un niño encantador. Iba siempre bien peinado, con la raya impecable. (Risas) Era una impopularidad malvada. La gente de mi alrededor disfrutaba haciéndome sufrir, creían que me lo merecía.
-¿No te sentías un poco orgulloso de tu aislamiento?
-Sin duda. Hay un goce perverso y amargo en el hecho de sentirse único, pero hay pagar un precio muy alto y renunciar a muchas cosas en la vida. Pero debía hacerlo. Hoy en día, los adolescentes me dicen: “Mi vida está vacía, no me gusta este mundo…”Veo que lo sentía entonces no era un sentimiento exclusivo, en aquel momento estaba solo y convencido de ser el único en esa situación.
-Por aquel entonces, ninguno de tus héroes era un ser humano, eran más personajes de libros o de películas, o fotos de muertos: Oscar Wilde, James Dean…
-¡Pero si es lo mejor! Si los hubiera conocido, el sueño se habría derrumbado. De todos modos, no tenía opción, los seres humanos no me querían.
-¿Y tú los querías?
-Nunca se dio el caso. Siempre esperé a que me escogieran, nunca escogí yo. Si a los 14 años te apasiona Candy Darling y perteneces a una familia muy pobre de Manchester, ¿qué puedes esperar de la vida?
“Empecé a escribir a los 6 años. Entonces escribir era la única cosa natural para mí. No me separaba nunca de mis libretas y mis bolis. Todo lo que escribía era totalmente inmaterial, de escasa relevancia, pero era incapaz de acostarme sin un montón de libros y cuadernos. No he cambiado desde entonces”
-¿La escritura era un sustituto de todo aquello que no tenías?
-Escribir puede ser mucho mejor que tener amigos. Era un placer maravilloso. El único problema era que nunca llegaba a unir las letras entre ellas. Mi caligrafía es totalmente irregular.
“De una manera mágica me he metido en la vida por un camino donde el sexo no existe. Evidentemente, a veces he tenido la impresión de ir por el mal camino, pero…”
-¿Es un sustituto del sexo?
-El sexo nunca ha tenido importancia para mí. Por otra parte, no comprendo por qué se habla tanto de mi asexualidad. No rechazo el sexo, pero tampoco lo acepto. El sexo no existe, simplemente. De una manera mágica, me he metido en la vida por un camino donde el sexo no existe. Evidentemente, a veces he tenido la impresión de ir por el mal camino, pero…Y la gente continúa utilizando esa palabra horrorosa, ”celibato”, refiriéndose a mí. Lo odio, no lo comprendo. No soy un célibe, sólo soy alguien que nunca tiene relaciones.
-¿Lo lamentas?
-Si te digo la verdad, no puedo imaginarme en esa situación. No puedo imaginarme excitado sexualmente. Nunca me ha sucedido, nadie ha causado ese efecto en mí.
-¿No hay nada que te resulte erótico?
Oh, sí, por supuesto . La mayoría de las veces son cosas, más que personas. Lo que pueda encontrar erótico difícilmente es algo real. Me parecen eróticas algunas fotos de Cecil Beaton, también el Vogue, a veces…Pero es intangible, nada carnal. Si me preguntas si me parecen eróticos trozos de carne colgantes y fofos, te diré que no.
-¿Nunca has sentido curiosidad por lo que hacían tus compañeros de colegio…los ligues, las chicas?
-Mi cuerpo nunca tuvo la más mínima reacción sexual. Supongo que si mi cuerpo hubiera funcionado, mi cerebro le hubiera seguido y habría hecho lo mismo que los demás, pero todo mi cuerpo estaba como paralizado de los tobillos para arriba. De hecho todavía es así, aunque de todas maneras estoy abierto a cualquier proposición. (Sonrisa)
-¿No temes envejecer solo, sin poder aceptar a nadie, en un universo concebido para una sola persona?
-L a edad no me da miedo. La vida cada vez me es más fácil. Una de las razones de esta evolución es que no tengo problemas de dinero, lo cual no deja de ser triste pero hace la vida más fácil. Cuando alguien vive una juventud atroz, su vida no puede sino mejorar, aunque siga siendo en el fondo una persona terriblemente depresiva…Con la edad he aprendido a comprenderme mejor, a domesticar mis depresiones. No puedo eliminarlas, deshacerme de ellas, pero al menos sé cómo afrontarlas, sé que mi compañía más segura soy yo mismo. Puedo estar muy a gusto con mis libros, con mis videos, con todas esas cosas tan tristes y solitarias. Son las claves de mi vida.
-A menudo has dicho que el amor es imposible. Este tipo de declaraciones te condenan a la soledad.
-Pensaba que diciendo esto la gente llamaría sin cesar a mi puerta. Les esperaba con impaciencia pero, evidentemente, no vino nadie.
-¿Te has sentido alguna vez prisionero de tus propias declaraciones, las que hoy te impiden comer carne o vivir una aventura sin tachar tu reputación?
-Me ha sucedido, pero a lo largo de siete años de carrera tienes derecho a cambiar de opinión. Por ejemplo, siempre he dicho que nunca grabaría videos, y aunque siguen sin gustarme, de vez en cuando tengo que rodarlos; incluso algunos son muy buenos. Estaba harto de decir siempre no, no y no…Alguna vez he cambiado de opinión sobre temas poco importantes. Oh, sí…me arrepiento de haber atacado a otros grupos en entrevistas porque sé que cada uno, a su manera, por muy retorcido que sea, cree ser justo. Ya hay demasiados periodistas dispuestos a criticarlos. Los pobres grupos no tienen ninguna necesidad de mí.
-¿Nunca has pensado en evadirte de tu universo a través de la droga o el alcohol?
-Si ya por naturaleza propia no te motiva estar acompañado, si no lo llevas en la sangre, no puedes hacer nada. No puedo cambiar, el proceso sería muy largo. El único medio para escapar de mi universo sería introduciendo a alguien, una persona que me arrastrase con ella. Si no, es mejor acostumbrarse a esperar, a soñar.
-¿Qué soñabas de niño? ¿Con la gloria?
-Lo único que me mantenía vivo era el deseo feroz de hacer algo en la vida. Todos mis sueños estaban centrados en la música. Sinceramente, creía que la verdadera vida eran los discos, no existía nada más para mí. Hacer un disco era mi único deseo. En mi interior, hacía pactos secretos con un ser espiritual escondido en el fondo de mí mismo…Me burlaba de todo lo que pudiera sucederme más tarde, siempre y cuando este pacto me obligase a sacar un disco algún día. Y lo hice. (Sonrisa)
-Y una vez sacaste tu primer disco, ¿qué te quedaba por esperar?
-Me volví goloso. Cada vez quería más. Desde entonces nunca me he decepcionado aunque, en dos o tres ocasiones, me he dejado arrastrar por la rutina. Algunos discos no son tan buenos como deberían. Nunca he podido soportar “What Difference does it make”. En ese disco, no soy yo, aunque en general mis discos me han hecho muy feliz. Y hay muchos. A pesar de la trampa del business, de los dolores de cabeza, del horror reinante, he conseguido construir una discografía decente y, como por casualidad, mi voz está presente en cada uno de estos discos. (Risas) ¿Qué más puedo pedir?
-¿Pensabas en el éxito como revancha?
-Era una revancha, pero ya paso. Cumpliré 32 años en mayo; ya soy muy mayor y puedo estar tranquilo. Ya he arañado suficientemente a diestro y siniestro. (Sonrisa)
“Nada ha cambiado para mí desde la separación de los Smiths. En mi interior, siempre he estado en solitario, siempre me he sentido abandonado. Cuando formaba parte de los Smiths y me entrevistaban, jamás me hacían preguntas acerca del grupo. Me pedían mi opinión sobre Margaret Thatcher, sobre el paro...Me interrogaban sobre mi vida, pero nunca sobre los Smiths, ni sobre Johnny, ni Andy ni Mike. En ese sentido, las cosas no han cambiado mucho”
-¿Es una de las razones que empujaron a Johnny Marr a marcharse?
-Si, estoy seguro. Muchas de las crónicas de nuestros discos ni siquiera mencionaban su nombre, mientras que él hacía gran parte del trabajo; era él quien componía. En el estudio, él era el motor de los Smiths y, sin embargo, nadie hablaba de él. Quiso hacerse un nombre escapando del redil. Y así ha sido.
-¿Suponías que acabaría marchándose?
-No me lo esperaba en absoluto. Para nada. No hubiera sucedido nada si el New Musical Express no hubiera tenido acceso a ciertos rumores sobre las intenciones de Johnny. Publicaron inmediatamente que los Smiths se habían separado, que Johnny había abandonado el grupo cuando éste todavía existía. El New Musical Express jodió el asunto; esa revista fue responsable en gran parte de la separación de los Smiths. Enseñaron el ataúd mientras el cuerpo estaba aún caliente . Publicaron muchas mentiras sobre Johnny y sobre mí y la situación se nos escapó de las manos, los acontecimientos nos sobrepasaron. Fue entonces cuando el rumor se convirtió en realidad. Si todo el mundo hubiera sabido callarse, los problemas entre Johnny y yo se podrían haber solucionado en privado. Me sentí totalmente traicionado, ya que los Smiths eran para mí una gran inversión emocional, había dado tanto de mí mismo al grupo…Y de repente, en un ataque estúpido, todo se fue
a pique. Me pareció tan injusto…
-¿Podrías comprender las razones de Johnny Marr?
-La principal razón era que él quería ser reconocido como Johnny Marr. No le satisfacía un papel secundario, vivir bajo mi sombra. Sabía que si se quedaba en el grupo siempre sería el guitarrista. Y esto ya no le bastaba.
-Los Smiths no tenían mánager, pero sí muchos consejeros. ¿Contribuyeron ellos a vuestro distanciamiento?
-Todo era caótico; nadie ayudo de verdad a los Smiths. Fue la gente de fuera la que nos separó a Johnny y a mí, la que nos arrastró en direcciones opuestas. Demasiada gente se había implicado en la vida del grupo de una manera destructiva. Demasiada gente a nuestro alrededor desprendía una energía negativa. Nadie trataba de resolver los problemas, de consolidar el edificio. Cada uno estiraba la manta para sí, cada uno tenía su propia banda de amigos. Todo el mundo murmuraba, nos criticábamos a las espaldas. Pero para mí, la música era tan sumamente buena que ella sola bastaba para mantener el grupo unido. Siempre creí que la música nos mantendría vivos.
-¿No es frustrante ver lo que hace Johnny Marr desde que se fue, cuando piensas que fue él quien mató a los Smiths para su carrera en solitario?
-Es sorprendente, y te habla el fan número uno de Johnny. Lo digo sin maldad, sin rencor, pero, desde mi punto de vista, la única canción digna de interés escrita por Johnny Marr fue con los Smiths. Encuentro muy triste que se haya convertido en un ser tan anónimo.
-¿No os habéis vuelto a ver desde la ruptura?
-No le visto ni he hablado con él desde hace casi cuatro años. Además, sé que nunca nos volveremos a ver, pero puedo vivir sin él.
-¿Los Smiths eran cuatro amigos o cuatro personas unidas por intereses y metas comunes?
-Había grandes diferencias entre nosotros. Johnny tenía muchos amigos y yo, en cambio, tenía un gato. Le gustaba divertirse pero jamás fue ese bebedor de cerveza, ese rocker a lo Keith Richards que tanta gente vio en él. Eso es una mentira absoluta sobre su vida. Johnny es un chico muy sensible, puede que incluso excesivamente tímido, falto de confianza en sí mismo. En el 86, la visión que la gente tenía de él era totalmente errónea. A él le gustaba tener mucha gente a su alrededor mientras que a mí me gustaba mantenerme en privado. No me gustaba que trajera extraños al estudio, pero él dejaba venir a todo el mundo, era muy abierto con la gente. Yo no estaba de acuerdo, quería conservar nuestra intimidad…Eso en convirtió en un obstáculo infranqueable. Para él, el hecho de que yo rechazara a sus amigos significaba que yo era un pelmazo que odiaba a la raza humana.
-El hecho de que los Smiths nunca tuvieran mánager viene quizás de ahí. ¿No estabas demasiado cerrado a la gente del exterior?
-Johnny y yo estábamos tan seguros de lo que queríamos que un mánager nunca hubiera aceptado esa situación. Los mánagers nunca se limitan a ejercer su papel, a estar al servicio del grupo, quieren meterse, manejarlo. Nunca me han tenido que llevar de la mano, ni ahora ni antes con los Smiths. Cada vez que alguien ha metido las narices en nuestros asuntos ha salido bien escaldado. La industria discográfica es una amenaza permanente. Es tan fácil hundirse, volverse loco, hacer caso a la gente…Si empiezas a respetar la opinión de la prensa -¡Dios me guarde!- o de la gente de tu discográfica, tu cerebro se paraliza y te dejas llevar por la corriente. Todo lo que en un principio hacía de ti alguien interesante, la creatividad, tu sentido artístico, se diluye y acaba desapareciendo.
-¿Qué te da fuerzas para seguir luchando?
-Los corn-flakes. Como muchísimos.(Risas) No sé de donde viene esta fe. A veces vienen a verme grupos jóvenes y me dicen: ”Hemos formado un grupo, pero no sabemos cómo llamarnos”. Si me necesitan a mí para buscar un nombre, es mejor que se dediquen a otra cosa. Es necesaria la determinación, repetirse sin descanso: ”Soy una fuente inagotable de energía”. Si no, éste no es tu sitio. Si te pones nervioso, si tienes miedo a subir a un escenario, si vomitas antes de cada concierto, entonces no estás hecho para la música.
-¿No has querido nunca tirar la toalla, dejarlo todo?
-Algunas veces. Cuando me doy cuenta de que estoy completamente solo y que además todo va mal, me pregunto si no existirá en algún lugar una vida más fácil. Lo que yo hago es muy personal, mis discos me son muy próximos…Y cuando aparecen, es tanto a mí como a ellos a quien se juzga. Si mis discos son rechazados, es mi fuero interno quien es rechazado. Es muy doloroso. El hecho de ser un personaje público da la gente el derecho a hacerte reproches tan personales como quieran. Me dicen “Oh, has envejecido de golpe.” “Ya no eres tan bueno como antes.” ”Estás acabado, en declive.” “No me gusta tu disco.” En la vida, nadie dices tales atrocidades a otra persona y, sin embargo, en el extraño y maravilloso mundo de la música pop, la gente tiene derecho a ser tan malvado como quiera contigo. En este bajo mundo, debes pagar tu gloria de una manera u otra. En Inglaterra no tienes derecho a ser famoso. Si lo eres, tienes que aceptar todos los insultos a la cara. Bajo el pretexto de que tienes dinero en el banco, debes irte a vivir a Suiza…
-¿Podrías dedicarte a otra cosa? Muchos cantantes creen que su capacidad tiene aplicaciones en otros sectores: el cine, la literatura…
-Cuando tienes éxito, se te suben los humos. Después, las pop-stars se imaginan que tienen todas la puertas abiertas. Lo más triste es que son incapaces de hacer otra cosa que no sean sus discos. En cada talento existen imperfecciones dramáticas que te ridiculizan cuando sales de tu terreno ¿Por qué creen las pop-stars que pueden hacer cine? ¿Por qué consideran el oficio de actor como un progreso respecto a la música pop, como una promoción social? Para mí, la música pop es mucho más importante que cualquier película. Después de haber hecho algunos álbumes, después de haber tenido éxito durante más de cinco años, un cliché anticuado te obliga a promocionarte. Debes probar que sabes hacer otras cosas por qué. Nunca he sentido la música como un límite y, además, no soy goloso; me contento con lo que tengo. No tengo ninguna intención de interpretar Hamlet, ni siquiera sé los primeros versos de la obra. (Risas)
-Desde la ruptura, ¿has visto algún grupo con el que te gustaría cantar?
-Bananarama. (Risas) No, ninguno.
-En tu nuevo álbum dices que existe un lugar en el infierno reservado para ti y tus amigos. ¿Mereces ese lugar?
-No existe otro remedio. Es necesario que alguno de nosotros acabemos en el infierno. De todos modos, en el paraíso no habrá sitio para todo el mundo.